Nalia había envejecido desde su encuentro con el Dragón, habían pasado dos años de viaje al continente perdido de Kalimdor entre los cuales hubo demasiadas travesías, ninguna tan vertiginosa y peligrosa como la que ahora le atenazaba. Sin embargo, ahora Nalia había madurado, se notaba en ella un cambio mas que físico, psicológico, una chica que ahora tenía 19 años y había decidido seguir el destino inconcluso que su padre había rubricado para ella ¿Tenía elección? Probablemente no y ahora no importaba. Tanaris amenazaba con devorarle y hacerle desaparecer para siempre, como los esqueletos de otros antiguos aventureros olvidados bajo el desierto.
- ¡¡Preparaos!!
Nalia no podía negar que toda aquella aventura era excitante para ella, pero por primera vez se preocupó por su futuro, aún si no muriera en aquel desierto. Éste era el abrebocas para catástrofes futuras, donde el dolor y la muerte iban a ser constantes del devenir de aquella suicida peregrinación a la muerte, sentía miedo de lo que aquel continente salvaje y virgen le daba a conocer.
Se sintió aún más joven.
- ¡Cargad!
El grito de guerra de su tío Eldrot le sacó de su pavor y le hizo gritar, le hizo desahogarse con la vida y con aquel momento de gloria y muerte. Temía pero ahora sabía que moriría por su pueblo, aún cuando su hermano, su padre y el recuerdo de su madre estuvieran cientos de miles de kilómetros de distancia, necesitaba desahogarse. La banda entera gritó con miedo y valentía, en una gloriosa confusión de sensaciones… Marcharon.
Sintió como el viento rompía sus mejillas con arenas en cámara lenta, como gritaba y el casco rogaba no caerse del corcel, veía como los demás soldados a pie huían y os miraban, a cerca de una veintena de caballeros valientes que aún no querían huir y ser perseguidos por todo Tanaris, como ella que quería huir de su realidad errática y luchar contra aquella bestia. No había tiempo de dudas, el corcel jadeante compartía ese pavor pero continuaba.
Y debía ser fiel a su caballo.
Su espada temblaba a un costado mientras el grupo se dividía alrededor del gusano que ahora parecía observarles con cierta confusión.
- ¡Cortad!
El grito ahogado de su tío por el estruendo arenoso de otros jinetes al caer de sus caballos a causa del equilibrio le infundía fuerzas y le hizo gritar por una segunda vez, como cuando gritó por su madre aquella pendenciera noche de tormenta. Su madre, que había muerto en ese continente maldito, en algún lugar de aquel lugar alejado de su hogar, lleno de peligros y temor.
Cortó, se abalanzó como sus compañeros sobre la pegajosa piel de aquel titan de las arenas pero… ¡Saltó del caballo! El caballo espantado le dejó aprisionada al líquido pegajoso de la piel inmunda de aquel ser oscuro, era su oportunidad de cortar antes de que le aplastara o le asfixiara en las arenas, aún si moría, lo había hecho por la misión
La espada cruzaba con dificultad la tela líquida de aquel ser por donde la sangre verde brotaba como un torrente de ácido. Ella podía sentir el dolor de la bestia, como los músculos se contraían y como gritaba al cielo rogando auxilio, debía bajar y pronto pero la cera de aquel monstruo le mantenía prisionera de un horror indescriptible, gritó con miedo mientras cerraba los ojos.
- Hija, ¿Para qué tenemos miedo? – La voz era dulce, cariñosa y femenina, su madre hace años le había narrado aquel horror monstruoso que le significaba la oscuridad– Para equilibrar nuestro valor, por que no hay valor si no le tememos a algo para impulsarnos a luchar contra él.
- ¿Y cómo luchas con el miedo a morir?
- Dándole un significado lo suficientemente fuerte para justificarlo, cuando lo entendemos nuestro miedo a desaparecido
- NALIA!!
Abrió los ojos, sonrió. Su tío, con un caballo extra, le gritaba para que descendiera mientras con el acero de su espada le arrancaba de la piel del monstruo antes que descendiera a la oscuridad de la arena. Pronto, saltó al blanco corcel y juntos emprendieron la huida mientras el monstruo sacudía el suelo alrededor de ellos levantando una tormenta formidable de arena antes de desaparecer en la oscuridad.
- Lo hiciste bien sobrina, al menos hemos sobrevivido un día más en este lugar…
La voz de su tío se vio ahogada por un sonido ensordecedor, un cuerno de guerra que sonaba a lo lejos, no en Tanaris, no en las dunas, pero sí muy cerca, no era conocido ni tenía otro significado que no fuera el terror.
- Larian, ¿Cuántos muertos tenemos? – Decía mientras observaba junto con los demás jinetes el horizonte.
- Diez soldados señor.
- Subid a vuestros caballos, quizás nos esperen semanas de expedición y… definitivamente hay algo más que gusanos en este continente.
Nalia colocó su yelmo y su caballo, sonreía con satisfacción y con miedo, venían días complicados en aquella tierra indomable y terrorífica, sólo esperaba mantenerse en pie con honor antes que ésta también se la tragase a ella.
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Texto escrito originalmente por Razorkale
Twitter: @RazorKaen
Blog: Destino Gamer
¿Quieres saber más acerca de la historia narrada aquí? Más el próximo domingo. No dudes tampoco en pasar por La Taberna del Análisis y conoce a Därrick, un noble paladín cuyos acontecimientos transcurrirán en una vida paralela a la de Nalia.