Nalia no se hubiera imaginado hace tres días que ahora cabalgaba hacia el sur, portando el amuleto de su madre y el de su padre, una luna y un sol. La joven vestía las escamas características de la armadura de servicio de infiltración, relucientes como un paladín en un desfile militar. Su mirada era imperturbable mientras avanzaba por el vado seguida de la procesión de caballos, no podía entender por que acababa yendo a Kalimdor ni tampoco las funciones que cumplirían estando en tierra de nadie. Recordaba aún así las palabras de su superior mientras el viento soplaba entre las dunas y el pequeño regimiento formaba.
- Kael nos ha pedido visitar Kalimdor como fuerza de reconocimiento conjunta, el batallón de la élite de infiltración será el primero en llegar. Allí, estableceremos una base de observaciones y prepararemos diversos movimientos protocolarios, seréis entrenados y dispondremos de patrullas de exploración, sabemos que el continente no tiene presencia de ningún bando o grupo conocido, por lo que trataremos de hallar recursos naturales y otros…
La lluvia empezaba a hacer acto de presencia mientras la caballería avanzaba en un hilo eterno por el empedrado camino. Ella no sospechaba de lo que sucedería en el continente desconocido, sólo quería volver a tiempo para ser encomendada en otra misión. Una chica de pocos amigos apenas tenía preocupaciones y morir sola no era una de ellas. Sin embargo, haría todo lo posible por sobrevivir a tamaña expedición. Eran alrededor de 100 hombres de la fuerza élite y quizás otros 100 guerreros por otro camino mas inseguro. Aún así, mientras visitaban el frío desierto de Tanaris tras navegar horas y horas, podía sentir que su ruta era la más peligrosa…
- Nalia, ¿estás lista para lo que vayamos ha hacer? – Preguntó uno de sus conocidos, Devlan, uno de los infiltradores más reconocidos del regimiento y su único apoyo en tierras de nadie.
- Sea lo que sea que haya espero que seamos los suficientes… Aún quedan semanas de viaje a través de este desierto y hay horribles rumores de lo que sucedió aquí… Ya sabes, el imperio Silitho y otros desastres igual de antiguos – Su voz se quebraba, notaba el miedo en su sangre pero tenía que disimularlo, tenía que ser fuerte.
- Lo sé, pero son historias del pasado, el Sello silitho en la ciudad de Ahn’Qiraj se colocó hace milenios, las puertas nunca se han abierto.
- Por que algo no se haya abierto no significa que esté muerto.
La conversación se vio interrumpida por la pausa que hacia la marcha, en cabeza se alcanzaba a divisar la armadura resplandeciente del líder Saul con el puño en alto detenido en la arena. Algo pasaba y pronto empezarían a sentir los síntomas de una emboscada.
- El viento… ¿Lo oyes?
- Sí… silba, ¿Qué tiene de malo?
- Que algo lo esta cortando…
Las palabras de Devlan se detuvieron en seco cuando, de entre las arenas y como una aguja, surgió el incandescente dorado blanquecino de la piel de un antiguo gusano silitho que les rodeaba. El estruendo que vino con su inmersión otra vez en la arena hizo resquebrajar las dunas que les soportaban, los caballos se escandalizaban y sus jinetes con pavor les encendían para que huyeran. Pronto, la formación se olvidó y el caos surgió en el regimiento, algunos desenvainaban espadas y otros preparaban sus arcos de batalla, aquel ser seguía bajo las dunas y amenazaba con desplomar su pequeña expedición y sumirla en el olvido del desierto de Tanaris.
- ¡Separaos! ¡Preparad posiciones de batalla!
Los gritos de los de mayor rango se veían ahogados por la polvareda enfermiza que levantaba el desierto tarisino, donde el blanco de la arena se fusionaba con ocultos cadáveres bajo las dunas de guerreros Silithus que alguna vez perecieron en cruentas batallas donde los gusanos eran guiados como enormes maquinas de matar. Ahora actúan sin ley, siguiendo su instinto, destruyendo a todo aquel perdido desgraciado que se adentre en su territorio
Nalia había caído del caballo, la carga del inmenso animal aterrorizado le botó de la montura y este huía libre hacia el horizonte. Enarboló su espada y se reagrupó con algunos otros supervivientes que parecían camuflarse en la arena, pues su reluciente armadura se encontraba envuelta en un líquido arenoso y pegajoso.
- ¿Qué haremos?
- Cargar, retomad los caballos y preparad las espadas, cortaremos de ambos lados de esta bestia y que la fuente nos proteja…
SÍ, era momento de rezar y esperar lo mejor. Nalia se colocó su delgado yelmo mientras buscaba algún caballo sin jinete.
Levantó la mirada perdida al horizonte, habían muertos alrededor suyo, pocos, pero en alguno de ellos había un espacio reservado para ella…
Tenía miedo, como contra el dragón, y creía que aquel puñado de soldados no podrían hacer frente a tal ser.
Pero debía creer.
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Texto escrito originalmente por Razorkale
Twitter: @RazorKaen
Blog: Destino Gamer
¿Quieres saber más acerca de la historia narrada aquí? Más el próximo domingo. No dudes tampoco en pasar por La Taberna del Análisis y conoce a Därrick, un noble paladín cuyos acontecimientos transcurrirán en una vida paralela a la de Nalia.